Por: Redacción|Cuarto Poder
El obispo y cardenal emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Felipe Arizmendi Esquivel, destaca que “los obispos intentamos hablar con estos líderes (del crimen organizado), porque no podemos quedarnos sólo en quejas y lamentos contra el gobierno, que no ha logrado pacificar al país”. Así lo confirma EL UNIVERSAL.
“La intención no es hacer pactos de conveniencia personal, sino tratar de hacerles ver (a los delincuentes) la necesidad de cambiar de vida, de respetar personas y bienes de la gente y no generar más inseguridad”, expresa Arizmendi Esquivel.
Al detallar que él sí ha tenido entrevistas con líderes locales de la delincuencia organizada en municipios como San Simón de Guerrero, Tlatlaya, Luvianos, Tejupilco y Amatepec, por ejemplo, el jerarca de la Iglesia católica argumenta que no se pacta con cárteles del crimen organizado, pero se intenta convencerlos de que respeten a las personas y cambien de vida.
Una parte del sur de nuestro país se integra a la región de Tierra Caliente, integrada por Guerrero, Michoacán y Estado de México, donde predomina el cártel de La Familia Michoacana, cuyos líderes son los hermanos Johnny y José Alfredo Hurtado Olascoaga, el Fresa y el Pez, quienes han llevado a cabo sus operaciones delictivas desde Arcelia, Guerrero. También, la procuraduría de Edomex ofrecía una recompensa cercana al medio millón de pesos a quien diera información para dar a su captura.
Arizmendi destaca que los más afectados por la delincuencia organizada son los pequeños comerciantes y campesinos, quienes ya les queda muy complejo pagar por las extorsiones exigidas. El ejemplo más cercano se encuentra el “estallido” de la violencia en la localidad de Texcapilla, municipio de Texcaltitlán, donde comuneros se enfrentaron a los hombres del Pez y el Fresa, ya que los extorsionaban con el pago de “derecho de piso” por sus cultivos de haba, avena y maíz.