Por: Redacción|Cuarto Poder
Un texto de Juvencio de Arcos.
Pocas veces pensamos en la importancia de agradecer, sin embargo, su poder es mucho más profundo de lo que podemos imaginar. Practiquemos el decir “gracias” en la medida que aprendemos a ser agradecidos.
“Gracias” es una palabra maravillosa que siempre guardamos para nosotros. Muchas veces cuando alguien hace algo por nosotros damos por hecho que ya agradecimos, pero no. Debemos dar las gracias por cada gesto de bondad que recibimos y debemos estar agradecidos cuando alguien pregunta cómo estamos: lo hacen porque nos quieren y aprecian, no seamos ingratos y aprendamos a dar las gracias a cualquier persona.
Ejemplo de ello es cuando vamos a algún lugar, por ejemplo, un restaurante: rara vez agradecemos a quien nos atendió. Hizo lo mejor que pudo y a veces no recordamos dejar propina; ¿qué es lo que hay que agradecerle? Lo bien que nos trató.
Cuando despertamos y abramos los ojos, demos las gracias a Dios, por el sólo hecho de respirar. Nuestros jóvenes han perdido este hábito – pues están con el celular día y noche–, lo olvidan y ni tiempo tienen de agradecer al Señor.
Una de las alegrías más puras y profundas de la naturaleza humana consiste en la conciencia de sentirse cada día mejor, es decir, la alegría. Es la que prepara la tierra en la que germinan la bondad y la virtud. La alegría es un elemento y una necesidad de la vida. Es un principio y una fuerza vital; todo hombre necesita de la alegría y tienen derecho a disfrutarla.
Es tan indispensable para la salud corporal como para lo espiritual. Las personas alegres viven más días y los vive mejor porque la alegría es como el bolso que traes a diario. Qué difícil es aprender en esta vida, primeramente, a ser buenos hijos y luego cuando seamos padres y abuelos.
Al paso del tiempo aprendemos que la amistad es una gran virtud o cuando hemos perdido a alguna de nuestras mejores amistades a quien le contamos todo lo que nos pasa.
Estamos solos, a veces aprendiendo demasiado tarde que nada en esta vida se logra sin sacrificios porque lo que alcanzamos sin esforzarnos no tiene sabor a gloria; aprendemos tarde porque requerimos tiempo para hacer posible nuestros anhelos, porque no siempre tenemos la voluntad para satisfacer nuestros deseos, Aprendamos que en el amor está la solución.
Debemos aprender que lo vivido en el pasado ya pasó. Hay que vivir el presente tratando de aceptar que el sol sale para todos y que el amor es infinito, no tiene colores. Se dice que el tiempo es oro y es común escuchar que no alcanza para nada, que no hicimos tal o cual cosa por falta de tiempo.
Es un tirano que hay que respetar, para todo hay tiempo menos para evitar la muerte y decimos que hay más tiempo que vida, y es verdad, pues nosotros morimos y el tiempo continúa su curso. Es oro, cuídalo y no lo malgastes porque mañana te puede faltar.
Para Dios nunca tenemos tiempo, para otras cosas sí. Espero que esta reflexión sirva de algo. Lectores de Cuarto Poder, les deseo una Feliz Navidad y próspero año nuevo.